Recuerdo que era un día medio caluroso, pero que se largó una lluvia torrencial espantosa. Era muy complicado para viajar. Lo llamo a Peter, y arreglamos para ir en taxi los 2. Llegamos al Emergente Bar, todo estaba por armarse, y Ana, la que organiza, nos comunica que no había camarín, algo dramático para Peter. Yo me pongo a armar mis cosas.
Se va armando el bar, probamos sonido, todo ok. Afuera la lluvia no paraba por nada del mundo. Alguien me convida unos maníes. En eso se arma una fumata porrera en el patio. Aprovecho. Entraba algo de gente. Algo, no mucha. Y pasan la película con las intervenciones que hacían las chicas q organizaron el evento. Intervenían e intervenían, dando marcha atrás y adelante a ciertas escenas de la película, remarcando algunas cosas.
En el camarín los chicos se preparaban, yo tambien estaba preparado para arrancar un show medio arriba. Aunque la convocatoria mucho no ayudaba, pero finalmente salimos. Con bastante humor, sobrellevamos la situación de tener la gente sentada en sillitas, dispersa en el lugar. Encima, en el Emergente no permiten bailar a las personas, porque ahora parece que hay lugares donde uno no tiene permitido levantarse y bailar, si le apetece. Es así Buenos Aires, y todo el país, donde gracias a desgracias como la de Cromañón, nos afecta nuestra libertad.
Terminamos el show rockeando bastante, nosotros solos, porque el público por más prendido q estuviese, no tenía permitido bailar ni moverse. Se vendieron algunos discos.
Es bastante gracioso que ni bien termino de desarmar todo, aparecen Genta y su novia Belencita, que me habían pedido lista para venir, pero pensaron que todo esto era en horario de rock, y se tomaron la hora reglamentaria de demora. Así que nada, empaqué mis cosas y me fui con ellos.
Hernan me convidó un lemoncello riquísimo. Nos tomamos como 4 vasos, escuchando Sumo a todo lo que da, mientras Genta se empeñaba en hablar mal de cierta gente. Me divierte mucho cuando se ensaña con algunos personajes q conocemos en común. Pero cuando me levanté para que me lleven a casa, apenas podía moverme. Creo que entré en mi casa arrastrándome, con la cabeza que me daba vueltas. Ese lemoncello fue realmente rico, y fuerte.
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